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CORAZÓN VERDE, LA BELLEZA INDÓMITA DE DAPA Autora Sandra Patricia Fernández

 

 

 

 

 

 

CORAZÓN VERDE, LA BELLEZA INDÓMITA DE DAPA

 

En la nebulosa zona alta de Dapa, los eucaliptos despliegan su altura, mientras sus hojas redondeadas y grises se mueven suavemente al compás del viento de mayo.

La lluvia ha mojado el camino empedrado, mostrando su peor cara, al quedar húmedas y resbaladizas las rocas incrustadas en el fondo de la tierra, creando cierto peligro para quienes osan transitar por su sendero.

Alrededor, arbustos de mediano tamaño del camino, despliegan sus gamas de diferentes verdes, intensificados por el agua del rocío que la lluvia dejó a su paso. Troncos medianos se entrelazan entre estos arbustos oscuros y claros, formando una amalgama de llamativos colores tierra que inevitablemente se deben observar.

El olor del eucalipto, se entrecruza con el suave aroma a pinos, dejando un ambiente agradable y relajante que inspira los sentidos.

Las palmas altas y frondosas ondean sus hojas, levantadas al cielo, tratando de alcanzarlo, mientras se esconden detrás de la espesura del bosque, como queriendo pasar desapercibidas en su grandiosa aventura.

Mirando a diez metros de distancia, se encuentra una pequeña casa, toda hecha de madera, con las escasas medidas de tres por tres metros, adornada con un techo oblicuo de color negro, que la protege de las inclemencias del tiempo. Las cuatro canastas que engalanan la casita infantil, son adornadas por bellas lobelias azules que cuelgan libremente, mientras sus raíces son sostenidas por la tierra firme que las vio nacer.

Un angosto letrero sobresale en su parte frontal como dando la bienvenida a los recién llegados con un significativo saludo que alegra siempre, sus palabras, estas dicen… “Hakuna Matata”,

y… por una reducida ventana, una niña de tan solo 6 años contempla asombrada la naturaleza que la rodea, sonriendo inocentemente ante el paisaje majestuoso que la acompaña en sus dulces juegos matutinos.

 Autora Sandra Patricia Fernández


 



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