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EL MAR (REPRESENTACION ESCRITA DE LA MELODIA EL MAR, DE CLAUDE DEBUSSY POR SANDRA PATRICIA FERNANDEZ) SPFV

EL MAR

(REPRESENTACION ESCRITA DE LA MELODIA EL MAR, DE CLAUDE DEBUSSY POR SANDRA PATRICIA FERNANDEZ ) SPFV

El suave murmullo de la música acompañada por los acompasados sonidos del piano, nos transporta a un mar en movimiento mostrando su vida paso a paso, a través del transcurso del día.

Los primeros acordes recrean el movimiento tenue y rítmico del mar en el comienzo de la mañana, ese mar claro, fino y despierto que llama a ser compartido. El aumento del tono y el golpeteo alegre pero casi imperceptible de las teclas del piano, evocan el despliegue del mar al abrir su mundo a las gaviotas mañaneras que buscan su alimento y ante cierto compás vuelan buscando el infinito con su presa capturada.

Gradualmente los acordes se tornan fuertes y precisos, llevándonos al medio día, donde el sol en su esplendor, produce junto al mar un oleaje fuerte y vivo que golpea las rocas de los riscos y hace escabullir la vida que burbujeaba sobre y debajo de ese salvaje mar azul profundo y palpitante. Por un tiempo el compás es fuerte, el golpeteo de las notas casi violento perdura unos segundos alargando el proceso del embravecido mar; sin embargo, cosa deliciosa, el sonido del mar se suaviza al unísono con la música y vuelve a aparecer ese azul claro con calmado oleaje evidenciado en un sonido dulce y relajado, que nos devuelve al descanso perdido en la fuerza del medio día. De nuevo, el mar recobra su brillo, ahora burbujeante y blanco, aparecen ahora algunas aves perdidas que sobrevolaban con inquietud buscando su alimento.

En un cambio de nota, algo repentino, dejamos esa primera tarde y pasamos al atardecer, donde rítmicamente el sol se va moviendo ocultando su calor, y entonces, esos acordes fríos y calmos recuerdan al mar que su temperatura es otra, que sus movimientos al igual que el piano son delicados, largos y profundos y así los representa el agua, como obedeciendo una orden previa de la divinidad.

Y se ve distinto, cambia su expresión, ahora su color es azul verdoso, más oscuro cada vez, sus movimientos se enfurecen y se calman intercaladamente, entre el reflejo de la escasa luz del astro rey.

La música es ahora una nueva expresión de formas y colores, arriba, abajo, relajación, vuelta a comenzar, y el océano se une al mar, trayendo el recordatorio del pasado y en la potencia de esa melodía la noche llega a su plenitud y de nuevo una luz distinta baña al mar, esta vez la cubre de blanco, un blanco tan brillante como el de la novia que camina hacía el altar. La vibración del agua es diferente, como las notas, es entrecortada, refleja cansancio y sopor porque se prepara para el final del día, así como el sonido se dispone a terminar; y en los últimos momentos…. un giro en la historia, la melodía se llena de tristeza y esta se refleja en el mar, y él duerme, para pronto amanecer con los últimos compases jubilosos de un ritmo embelesado. 

Sandra Patricia Fernández




 

 


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